Un castillo, un lagar y una bodega
El Castillo de Quel destaca por la singularidad de su ubicación, ya que cabalga la cima del farallón que abriga al pueblo en un cortado rocoso espectacular con más de 80 metros de desnivel. Como explica la Asociación de Amigos de los Castillos de España, es una síntesis entre castillo roquero y castillo señorial bajomedieval. Además, su posición dominante sobre el valle del Cidacos le confiere características de mirador y lo incluye en el sistema defensivo de la zona. Consta de una torre del homenaje desmochada de planta rectangular y tres alturas, rodeada de una cerca exterior que tenía como refuerzos dos torreones cuadrados con vestigios de adarve y almenas. Es un castillo pequeño de tipo local, que se construyó en sillar y sillarejo desde una torre rectangular o torre del homenaje, en el centro del recinto, y dos torreones cuadrados que crecen desde el muro perimetral a este y oeste. Existen indicios de que pudo existir al oeste una barbacana. De la cerca exterior lo que queda está junto a los cubos en estado ruinoso. La torre se encuentra desmochada y sin división horizontal alguna. Pero gracias a las huellas existentes de ménsulas y mechinales sabemos que se dividió en tres plantas, con acceso a través de escalera intramural, de las que se conservan los ventanales. No perdura el almenado en la torre pero sí se indica la presencia de garitas en los ángulos. En el cubo oeste, el más defensivo, se esculpe una escalera en el muro y conserva los matacanes y cierta porción de almenas, al igual que en el del este. Ventanas saeteras recorren estos cubos al norte, por donde se creía que tenía su acceso la cerca y se sitúa el aljibe.
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David Eguizábal León, arqueólogo y director de la campaña de excavaciones del Castillo de Quel, explica en la revista ‘Belezos’ que pese a que algunas teorías especulan con que el nombre de Quel quizás pudiera derivar del término árabe Kalah, es decir, castillo, y de ahí se intente inferir un presunto origen tanto para la villa como para su fortificación, lo cierto es que la referencia más antigua que hasta el momento se conoce y en la que de forma explícita se indica la existencia de un castillo en Quel data del siglo XV. Se trata de un escrito en el que la entonces señora de la villa, Doña Leonor Téllez de Meneses, esposa del noble navarro y señor de Fontellas Don Martín de Peralta, que vendió su señorío el 30 de abril de 1455 a un nuevo señor, García Sánchez de Alfaro I, que pocos años después ordenó construir una fortaleza, quizás sobre los restos de otra anterior.
De esta forma lo concreta Eguizábal: por una parte, el estilo y la técnica constructiva de los restos que hoy se pueden observar concuerdan plenamente con la época que se indica en los documentos. Un castillo de en torno al siglo XV, de estilo gótico tardío, con ventanas saeteras habilitadas para disparar tanto con ballestas como con espingardas o arcabuces, armas propias de aquellos tiempos. Por otra, los resultados preliminares de las excavaciones arqueológicas también coinciden. El conjunto de los hallazgos obtenidos muestra un encuadre cronológico que de forma aproximada quedaría entre la segunda mitad del siglo XV y la segunda mitad del siglo XVII, momento en que el lugar debió quedar ya totalmente abandonado.
Históricamente se sabe que el señorío de los Sánchez de Alfaro en Quel estuvo marcado por una intensa conflictividad con los vecinos de la villa, a lo que se unió una serie de disputas de índole hereditaria que llegaron a provocar la coexistencia de dos señores al mismo tiempo, algo que finalmente desencadenó la división de la villa en Quel de Yuso y Quel de Suso en 1567. Tal cúmulo de circunstancias, junto a una decadente economía, posiblemente propició una paulatina pérdida de valor y utilidad del castillo, cayendo en decadencia hasta su total abandono.
El lagar
y la bodega
del castillo
En una entrevista posterior, David Eguizábal León explica que se ha podido constatar que en la torre principal, o Torre del Homenaje, la planta baja era utilizada como lagar, al aparecer una pileta en el suelo idéntica a las que puede haber en cualquier bodega, y es que también hemos desenterrado una bodega, de más de cuatro metros de profundidad, que estaba debajo de lo que era la habitación privada del Señor del castillo, en otra estancia fuera de la Torre. Al norte, se ha sacado a la luz todo el aljibe, depósito para tener agua aprovisionada, y se ha descubierto lo que queda de una torre circular llena de ventanas para disparar con flechas. Entre los objetos, lo que más abunda son los trozos de vasijas con los que poco a poco se va recomponiendo el ajuar que tenían, sobre todo platos, jarras, cuencos, cántaros y algún puchero, aunque también se han encontrado otras cosas como por ejemplo una punta de flecha de ballesta, algo oxidada al ser de hierro».
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